jueves, 11 de noviembre de 2010

Liberar a Jesús de las cristologías


Por Miguel Angel Pichardo Reyes

La concepción cristológica occidental moderna, a la cual caracterizaremos como cristología explicativa y comprensiva, se ha debatido entre el Jesús de la historia y el Jesús de la fe, por un lado la ciencia aplicada a los estudios religiosos, y por el otro, la dogmática en defensa o reinterpretación del depósito de la fe (cristología comprensiva). La cristología explicativa ha llegado quizás como nunca antes, a niveles de aproximación y precisión histórica nunca imaginados. Es posible encontrarnos en esta variedad una serie de datos que nos deje perplejos: cristólogos que no creen en Jesús, o que no creen en la existencia histórica de Jesús (muy pocos, por cierto), en cristólogos judíos o ateos. Esto es ya de por si alentador, en el entendido de que actualmente se plantea la figura de Jesús como uno de los personajes de la historia que ha recibido mayor documentación por parte de diferentes sectores. En ciertos ámbitos teológicos y académicos el tema de Jesús empieza a ser moneda corriente, con el peligro de que sólo sea un tema académico más.

La figura de Jesús ha sido tematizada y muchas veces reducida a objeto de conocimiento, de apropiación, y en muchas ocasiones, de manipulación intencionada o no. La cristología explicativa y comprensiva, como disciplina teológica, ha “secuestrado” a Jesús, colocándolo fuera del alcance del pueblo de Dios, este último, conformándose con una visión sumamente contradictoria, entre la superstición, la piedad popular, el pensamiento mágico y la cruda manipulación para el beneficio económico de grupos fanáticos, proselitistas y fundamentalistas.

Esto también nos plantea un reto, fundamentalmente político, que consiste, si se me permite la expresión: “rescatar a Jesús”, salvarlo de las cristologías, académicas y populares que lo banalizan, o lo llenan de una serie de mitos surrealistas que disipan la centralidad de su mensaje y oscurecen la radicalidad de su misterio. Salvar a Jesús del logos cartesiano, pero también, salvarlo de los predicadores populares que hacen de Jesús una bandera para manipular a las masas, para incrementar sus recursos, o para justificar cierto status quo.
La cristología pop no hace sino asesinar la posibilidad de transformación subjetiva y social en la cual se encuentra inscrito el sujeto. Y por otro lado, la cristología académica, realiza el mismo asesinato pero en el orden de mantener un monigote de Jesús sin cristo.

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