sábado, 13 de noviembre de 2010

El Jesús místico


Por Miguel Angel Pichardo Reyes

La cristagogía formaría parte de una gran tradición mistagógica que precede al cristianismo, aunque también lo excede, y esto porque la mistagogía apunta a una realidad fundamentalmente antropológica, de la cual el cristianismo no sería sólo una excepción, sino una expresión sui generis de esta matriz antropológica. De esta forma el cristianismo es más que una teología, es fundamentalmente una antropología teológica, o para ser más específico, una cristología antropológica. La cristagogía ha revelado, no el Jesús histórico y el Jesús de la fe, sino el Jesús espiritual, el Verbo Encarnado en la corporalidad deseante del sujeto, proceso crístico que transforma al sujeto en un alter christus (cristología transformadora).

El Jesús espiritual o místico, es precisamente el Jesús de la cristagogía ignaciana. Para entender esto es necesario diferenciar un aspecto de método y objeto. El Jesús histórico responde a cuestiones de orden analítico y explicativo desde la tradición occidental de las ciencias. El Jesús de la fe responde a cuestiones interpretativas del depósito de la fe contenido en la tradición oral y escrita de la Iglesia. Y el Jesús espiritual, responde fundamentalmente a cuestiones de índole cosmoteandrico, esto es, tanto antropológico como cosmológico.

De esta forma, el Jesús espiritual esta llamado a responder a una pluralidad de circunstancias que se resuelven, no en el plano de la ciencia o de la fe, sino en el plano de la redención antropológica y cosmológica propia de otras tradiciones y religiones no cristianas. Quizás hablemos de una vocación universal que va más allá de una denominación religiosa o tradición cultural. El Jesús espiritual es un patrimonio común para toda cultura y toda religión, por lo que es liberado de las cadenas que lo constriñen a ciertos criterios de demarcación dogmáticos. Esto también conlleva serios problemas, porque dicha liberación también puede convertirse en anarquía interpretativa, y después podemos encontrarnos a los cristos esotéricos, los ligth de la nueva era, o una infinidad de cristos a la carta, digamos pues, cristos descristianizados. Pero esto no nos debe detener ni paralizar, puesto que esto sucede y ha sucedido a cualquier cristología.


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